Conversations in Spanish & Other Languages
NOTE:
This episode was transcribed by a native speaker and revised by a another native speaker, but I didn’t have time to revise it myself. I am confident that it is very accurate, but I apologize if you see a mistake. We do the best we can to be as accurate as possible. Thank you!
Joel Zárate.
Ep 183: La niñez de Alba parte 2, con Alba y Joel (Intermediate Level)
Note: When you see 3 asteriks (***), it means that it wasn’t clear to understand what our guest said due to the internet connection.
Joel: Alba, ¿tus papás te daban algún incentivo, algún premio, cuando terminabas tus quehaceres de la casa, cuando terminabas tus tareas de la casa? Por ejemplo, te daban más tiempo para ver la televisión, te compraban algún juguete, te compraban alguna muñeca, algún dulce o te daban dinero para gastar.
Alba: Pues yo recuerdo dos cosas. Una de ellas es que mi madre, siempre que venía de trabajar por las tardes y yo estaba en casa de mi abuela, siempre me traía alguna cosita. Siempre, siempre, casi todas las tardes, me traía alguna cosita pequeña cuando yo era hija única todavía; y me traía, sobre todo, muñecas. La verdad que lo que más recuerdo son muñecas o alguna cosita para pintar o algún puzzle chiquitito, algo así. Y lo que hacía… mi madre me decía que nunca más me iba a comprar muñecas, o muñecas caras, porque lo que más me gustaba a mí en el mundo con las muñecas era quitarles la ropa y meterlas al agua. Era cuidadosa, les quitaba la ropa no vaya a meterla con ropa al agua pobrecita, pero las desnudaba y las tiraba al agua porque lo que me gustaba era ver el pelo de las muñecas en el agua, el efecto ese de sirena en el agua me encantaba. Entonces recibía la muñeca y hacía titi titi jugaba 2 minutos y mi madre decía: “Okay, venga ya puedes meterla al agua”, y entonces hacía como un barreño de agua, lo llenaba de agua y pues ahí jugaba horas con las barbies, pero desnudas y en el agua. Es lo que más me gustaba.
Joel: Muy bien, muy bien. Entonces tu madre sabía que te gustaba meterlas al agua y te compraba muñecas a prueba de agua.
Alba: Sí, totalmente barateras absolutamente, esas de cuando... barateras cuando teníamos las pesetas, pues de lo mínimo, ¿no? Todo a 100, 100 pesetas; y otra cosa que me gustaba también que yo recuerdo ya más saliendo de la infancia y entrando en la adolescencia, más o menos, eran las revistas. A mí me gustaba mucho, eran muy populares dos revistas, había otra tercera, pero era un poquito más para adultos, mi madre no me dejaba comprármela. Pero recuerdo que eran la Super pop y la Bravo que eran dos revistas para adolescentes, más o menos. Y los domingos cuando yo me había portado bien, pues mi madre me decía: “okay, ya puedes ir al Kiosko y comprarte una revista”, y ese era mi momento de la semana.
Joel: Muy bien, muy bien. Yo me ganaba una hora para ver la televisión, entonces si hacía los quehaceres, si barría el piso, si barría el patio, si lavaba los trastes, todo eso. Entonces me ganaba una hora para ver la televisión. Y una cosa curiosa que quiero compartir contigo es la palabra "trastes". Usamos la palabra "trastes" en México para “the dishes”, los platos, los vasos juntos. Cuando debemos lavarlos, decimos "lavar los trastes". ¿Ustedes usan la palabra "trastes" en España?
Alba: No, tenemos "trasto", pero un trasto es un objeto inútil, un objeto que no utilizas. Y para platos decimos "platos sucios" o "platos" simplemente. O cuando están todos juntos, los cubiertos, los vasos y los platos, la "vajilla".
Joel: Muy bien, muy bien. Cuando hablo con mis amigos de Argentina, de hecho, con Clara, siempre se me olvida que "trastes" en Argentina significa algo diferente. En Argentina significa el trasero, las sentaderas, las pompis son "los trastes" en Argentina.
Alba: El culo es "los trastes".
Joel: Sí, sí, "los trastes". Entonces, cuando le pregunté a Clara: "Clara, ¿tú lavas los trastes?", ella se comenzó a reír y dijo: "Joel, Joel, no quieres lavar los trastes en Argentina". Muy bien, sí, le digo “Entonces si quiero ser servicial, no debo decir: No se preocupen, yo lavo los trastes de todos”.
Alba: Oye, pues si quieres, yo te voy a decir, si tú quieres.
Joel: Pero para mí una de mis tareas casi siempre era lavar los trastes. Siempre tenía que lavar los trastes después de que comiéramos. Creo que yo y una de mis tías, mi tía la menor de la familia, tenía tal vez 5 años más que yo.
Alba: Claro, es que es muy poquita diferencia.
Joel: Entonces nuestra tarea era lavar los trastes. Bien, Alba, ¿tu familia y tú iban a visitar a familiares o parientes que vivían lejos de ustedes?
Alba: Pues la verdad que no tenemos a ningún familiar viviendo fuera de Murcia. Entonces siempre que visitábamos familia o que nos juntábamos en Navidad o cualquier cosa, era la familia que tenía alrededor. Nunca hemos tenido que viajar a otras ciudades para ver familia.
Joel: Muy bien, muy bien. ¿Y qué tal salir a pasear, Alba? ¿Tus papás te llevaban a pasear, te llevaban de viaje o a dónde iban si iban a algún lugar?
Alba: Pues, a ver, a mis padres no les ha gustado mucho viajar. Entonces, cuando yo era pequeña e hija única, sí que tengo fotos y recuerdos de haber ido a parques de atracciones o a parques acuáticos, o pasar un día en el campo, hacer una barbacoa con amigos, alguna cosa así. Viajes a otras ciudades no, y a otros países tampoco. Y cuando nacieron mis hermanos, ya fue un poquito más complicado también, con tres niños, dos de ellos pequeños, ya fue complicado. Ya lo que hacía era con excursiones del colegio, pero alguna vez íbamos al cine o al centro comercial, o alguna cosita así, algún restaurante, pero poquito la verdad.
Joel: ¿A qué edad tú consideras que termina la infancia y comienza la adolescencia?
Alba: Pues en el momento en el que alguien te dice que los Reyes Magos no existen. En ese momento, en que (***) y ya está, se ha terminado la infancia. No, quizá yo considero que para los 10-11 que estás en la preadolescencia, ya empiezan las hormonas a (***) por ahí. Yo diría que, para esa época, sí, 11-10, 12 como mucho.
Joel: Ah, muy bien, interesante. Yo considero que después de los 13. A los 13 los veo ya más como adolescentes. A los 12 tal vez todavía piensas más en jugar, y como a los 13 creo que... Para mí no sé, no sé si es realmente una edad específica, pero era algo curioso.
Alba: Sí, también depende del sexo, ¿no? Muchas veces las niñas crecen un poquito antes, maduran un poquito antes que los niños también. Entonces, quizá yo estoy pensando también en edad de menstruar y cosas así. Entonces, 11-12, sí, 13 más o menos, sí.
Joel: Muy bien. Alba, ¿los fines de semana te llevaban al parque, al cine, te llevaban a la feria, iban al centro, veían algún juego de fútbol o béisbol? ¿Te llevaban a algún lugar así? Y creo que en entre España y México hay una diferencia entre parque porque para mí un parque es un área extensa, generalmente con naturaleza, con senderos para caminar; tal vez hay un lago, tal vez hay máquinas para hacer ejercicio. Para mí ese es un parque. Y aquí en Estados Unidos también tenemos parques nacionales que son muy grandes, pero creo que en España el concepto de parque también es un poco diferente, ¿no?
Alba: Sí, el parque para mí es un… puede ser grande, puede ser un parque nacional y ser más grande también, con más extensión, pero normalmente pienso en un espacio más pequeño que tiene columpios o un tobogán, unas atracciones chiquititas para niños, sí.
Joel: Muy bien, muy bien. Alba, ¿y te llevaban a algún lugar así, Alba cuando tenías, no sé, 7, 8, 9, 10 años?
Alba: Sí, sobre todo a la feria. Yo recuerdo mucho que en septiembre, ahora de hecho en dos días, va a comenzar la feria en Murcia y a mí me gustaba mucho de pequeña. Tengo una anécdota también en la feria, cuando yo era pequeña, me gustaba subirme. Ahora, la verdad, tengo un poquito más de miedo, me da un poco más de reparo subirme a las atracciones de la feria. Pero cuando era pequeña, había una atracción que se llamaba "la nube", y era, pues, precisamente una forma de nube y lo que hacía la atracción es que tú tenías que sentar y la atracción se movía en círculos, subía y bajaba, subía y… tú estabas sentado, no era necesario ni moverte, ni te mareabas. Muy leve además, siendo para niños, pues subían a muy poca altura. Pero para mí fue una experiencia traumática esa vez. Mis padres lo recuerdan con mis tíos, que fuimos todos juntos a la feria, y yo estaba en la atracción diciendo: "Por favor, bajadme de aquí, por favor que pare esto, no puedo más". Y mis padres y mis tíos riéndose totalmente porque me podían leer los labios. Y bueno, después de eso, la verdad, que experiencia traumática y el recuerdo para toda la vida. Pero sí, para ellos fue muy divertido.
Joel: ¿Cómo era la feria en tu ciudad, Alba? ¿había juegos mecánicos o habían juegos como cuando ves una película norteamericana y lanzan dardos para romper globos o juegos de carreras? ¿Eran así?
Alba: Ahí hay de todo un poco, la verdad. Sí, sí hay puestos como tú dices, con dardos y globos y para tirar con la escopeta, por ejemplo. Pero también hay atracciones donde te puedes subir. Hay atracciones en la sección infantil y sección adulto, como, pues, es que no sé cómo explicarte… como una mini montaña rusa, el barco vikingo. Hay algunas atracciones que son típicas y que se repiten año tras año, La Noria, por ejemplo, cosas así. Y también puestos de comida, sí.
Joel: Juegos mecánicos y puestos de comida. ¿Y cómo llamamos al dulce de algodón?
Alba: Algodón de azúcar.
Joel: Algodón de azúcar, sí, sí, se me escapaba por un momento. ¿Como decimos en inglés?
Alba: Cotton candy.
Joel: Sí, creo que sí, no se me escapa. No sé por qué, no… como casi, no, casi nunca como algodón de azúcar. Cotton candy.
Alba: Claro.
Joel: Pero bueno. Alba, ¿tú tenías mascotas? ¿Tenías perros, tenías gatos, tenías alguna ave? ¿Tenías alguna serpiente? U otro animal.
Alba: ¿Seriamente tú me ves con cara de tener serpientes? Pues tenía perros. He tenido en total 3 perros durante mi infancia. También tenía gatos, aunque los gatos eran de mis abuelos, pero como vivíamos todos en la misma zona, pues consideraba que también eran mis mascotas. Y también tuve un periquito, pero uno de los gatos de mis abuelos lo mató, así que me quedé sin periquito.
Joel: Ah, qué lástima, qué lástima. Qué curioso que hayas tenido esa experiencia también, porque en la casa de mis abuelos, en la casa de mi abuelo por parte de mi madre, teníamos como 8 perros, como te decía, mi abuelo tenía un territorio, un terreno. Era el ex presidente de la… no, no, tenía un terreno grande y mi abuelo a veces traía a los perros de la calle, entonces rescataba algún perro de la calle y se convertía en el perro de la familia. Y teníamos como 8 perros y como 3 o 4 gatos. Y entonces ya imaginarás todos los nombres de diferentes perros que teníamos, el Rabo, Kalimán, negro, gris, tantos…
Alba: Por colores.
Joel: Exactamente. Sí, teníamos…
Alba: Negro, gris.
Joel: ¿Tú te acuerdas cómo se llamaban tus perros y cómo se llamaban tus gatos?
Alba: Claro, los gatos, mi abuelo nunca le ponía nombre. Siempre era mis, mis, misi, misi, porque es el sonido que hacemos para llamar a los gatos. Pero mis perros sí, el primer perro que tuve se llamaba Coco. Después de Coco, tuve a Perla, que era una perra que era hembra. Y después de Perla, que falleció hace poquito, he tenido a Pinto.
Joel: Muy bien, muy bien, qué curioso que mencionas cómo llamamos a los gatos, que en inglés, aquí al menos en mi experiencia, es siempre "kirikirikiri" para llamar al gato. En México decíamos (***), para llamar al gato.
Alba: Igual que aquí. Eso es.
Joel: Muy bien, también es similar.
Alba: Sí, sí, sí, aquí también. Pero muchas veces se llaman "miss, miss, miss". Y entonces mi abuelo se llamaba "Misi, Misi", es que siempre era Misi. Da igual quien fuera, era siempre el mismo nombre.
Joel: Muy bien muy bien. Me acuerdo que en un curso de francés que tomaba, el profesor era muy simpático y tenía un buen sentido del humor. Y algunas veces decía, no recuerdo, por ejemplo, o (***). Y decía la forma en francés y hacía cositas así curiosas, que aquí siempre (***). Ah era, creo que él hacía el sonido de los gallos porque en México es siempre "quiquiriquí" para los gallos.
Alba: Ah, claro, a mí me recuerda, eh, el "kiri kiri kiri", me recuerda al "quiquiriquí". Claro, es un gallo.
Joel: que infancia tenemos Alba, nos acordamos de todo. Alba, ¿Tú tenías un juguete con el cual tú jugabas mucho? ¿Tenías un juguete que era tu juguete favorito?
Alba: Pues sí, he estado haciendo memoria y la verdad que el juguete que más me gustaba y que flipé cuando me lo regalaron mis tíos era un coche, un coche de la Barbie que sacaron. Y era, si no recuerdo mal, era un escarabajo, era un coche escarabajo y era de color lila. Y cuando lo vi no lo podía creer, había esperado tanto ese momento, que después de eso, pues estuve jugando años y años con el coche de la Barbie hasta destrozarlo prácticamente.
Joel: Pensé que ibas a decir "ahí lo tengo guardado, es un recuerdo que tengo". Pero, no, hasta destrozarlo…
Alba: No, no, no tengo… no tengo yo ningún juguete guardado, la verdad. Todo era hasta quemarlo, o sea, todo lo que pudiera dar, el coche o un juguete, ahí estaba Alba para destrozarlo y luego en el agua, por supuesto que el agua también deteriora mucho el juguete, claro.
Joel: Muy bien, muy bien. Alba, ¿tus papás te dejaban ver la televisión? ¿Podías ver la televisión el tiempo que quisieras o tenías un límite para ver la televisión?
Alba: Pues tenía un límite. Tenía un límite por las tardes, después de comer y de pasar un poquito el tiempo de la siesta, que era el tiempo para descansar. O más bien para descansar mi madre. Esto es una cosa que no me acordaba yo, pero ahora me he acordado. Cuando mi madre, estábamos en el tiempo de la siesta, a mí no me gusta, por alguna razón en mi cerebro, no sé qué cable se cruzarían en ese momento, pero por alguna razón a mí no me gustaba que mi madre durmiera la siesta. Entonces cuando veía a mi madre cerrar los ojos, pues yo iba a despertarla, pero…
Joel: Le abrías el ojo con los dedos.
Alba: Le tocaba en el brazo y le decía "mamá, estás durmiendo". Y me decía "y que déjame descansar". No sé por qué, no me gustaba ver a mi madre dormir. Y entonces siempre la despertaba. Que yo lo pienso ahora y digo, si mi hija me hace eso, ¿dónde la envío yo? ¿A qué parte del mundo la envío yo? Porque de verdad que es un, que niña más repelente, ahora que lo pienso.
Joel: La despertabas y le decías "¿estás durmiendo?". Y ella te decía "sí, estoy durmiendo profundamente".
Alba: Que cable se me cruzaría de verdad. Pero sí, bueno, volviendo a la pregunta, sí que tenía un tiempo limitado. Después del tiempo de la siesta, mi madre me decía "bueno, ahora a merendar". Y entonces yo cogía mi vaso de leche y yo creo que casi siempre comía galletas o cereales para merendar a media tarde. Y veía algunas series, y cuando terminaban las series, mi madre decía "venga, hacer deberes, a moverte, a salir al patio, al exterior, porque la televisión es suficiente".
Joel: Muy bien. Cuando tenías 8 a 10 años, 11, 12 años, ¿te acuerdas cuáles eran algunas de tus series favoritas?
Alba: Hombre, claro que sí. Claro que sí, había un programa de televisión que lo que hacía era reunir y aunar todos los programas que me gustaban. Y uno de mis favoritos eran las 3 mellizas. Las 3 mellizas. Y siempre eran, pues, 3 niñas que eran iguales y, pues, vivían historias con una bruja. La bruja las metía en cuentos como protagonistas y era muy chula la serie. Sí, sí.
Joel: Qué interesante recordar. Yo tenía caricaturas, los caballeros del zodiaco, era…
Alba: Claro.
Joel: Los caballeros del zodiaco era una de mis caricaturas favoritas. Había una caricatura que me gustaba mucho que se llamaba Remi y era caricatura japonesa, creo. Tenía una muy buena historia.
Alba: Sí, yo me acuerdo también.
Joel: Sí, sí, era un niño huérfano, no, no huérfano. Sí, sí, creo que se queda huérfano y se va con un señor anciano, bueno, no muy anciano, pero un anciano que tiene un circo ambulante. Entonces van a diferentes ciudades con unos perros y un mono que tienen. Ah, muy bien, bueno. Alba, ¿qué actividades te gustaba mucho hacer? ¿Leías, veías la tele, jugabas a algún juego de mesa, jugabas en la calle con amigas, amigos? ¿Qué actividades te gustaba hacer cuando tenías, no sé, 8, 10, 12 años?
Alba: En esa época, yo tenía una vecina que tenía la misma edad que yo, y entonces lo que nos gustaba era juntarnos por las tardes. Además, es que era su casa y la mía eran como 100 metros de distancia, y a ella le gustaba mucho estar en el exterior. A mí no tanto, yo siempre he sido un poco más de interior, de leer, de hacer puzzles, de colorear, etcétera. Pero a ella le gustaba mucho estar en el exterior, entonces construíamos cabañas y nos poníamos los patines y patinábamos, y la verdad que hacíamos bastantes cosas en el exterior. Luego nos peleábamos y cada una a su casa, y al día siguiente, otra vez la misma historia. Pero sí, me gustaba mucho estar con mi vecina en esa época.
Joel: Muy bien, muy bien. Alba, ¿tú sabes que en Latinoamérica somos muy supersticiosos y nos encantan las historias de fantasmas y de cosas sobrenaturales? ¿A ti te gustaba escuchar historias de espanto, historias de miedo, historias de cosas sobrenaturales o no? ¿Y no podías dormir tampoco después de escuchar las historias?
Alba: Sí, sí, sí, sí, es que justo en este tema a mí me gustaba. Yo creo que cuando somos niños está ese morbo de cuéntame la historia, aunque no pueda dormir, pero cuéntamela. Y mi tío, que tengo un tío que es joven también, que nos llevábamos, cuando yo nací él tenía 17 años. Entonces, cuando yo era pequeña, pues se dedicaba a contarme historias de miedo, y siempre me contaba las mismas. Tenía dos historias y parecía un disco rayado, eran siempre las mismas dos historias. Y en la hora de la siesta, lo que hacía era llevarme a la habitación y me decía: “Vamos a dormir la siesta”. Y yo sabía que no iba a haber ninguna siesta. Cerraba la persiana completamente de la habitación para que se quedara a oscuras, y entonces se ponía en la cama y me contaba la historia, así muy bajito, muy bajito. De un señor que iba a un sitio que no tenía un dedo, que no sé qué, de un muerto, y yo estaba, madre mía, cagadísima de miedo. Pero, como ya te digo, siempre eran las mismas historias, pero me gustaba que me las contaran, y me asustaba siempre en los mismos momentos de la historia. Y me encantaba, me encantaba en esa época. Ahora soy mucho más cagada para las historias de miedo, pero en esa época sí que me gustaba.
Joel: Muy bien, muy bien. En España está más normalizada la palabra "cagada". Estaba cagada, que en México, que sí, también podemos decirla, es menos normalizada que en España, pero ¿quieres referirte a que te daba mucho miedo?
Alba: Exacto, eso es "cagarse de miedo", es la expresión "cagarse de miedo".
Joel: Muy bien, muy bien. Qué curioso, creo que en mi experiencia he escuchado más "zurrarse", "zurrarse de miedo" que "cagarse". Muy bien, muy bien. Sí, en México a nosotros nos encantaban todas estas historias, y mi abuelo me contaba historias de cosas que le pasaron a él cuando era joven, y nunca, nunca supe si realmente eran verdad, porque tenía yo 10 años, 12 años, y recuerdo que nos contaba historias de cosas que él observó cuando vivía en un pueblo donde no había mucha luz. Creo que en México consideramos estas historias entre realidad y ficción, que nos gusta la idea de que sí puede existir y que al mismo tiempo pensamos que no, pero nos encantan estas historias de fantasmas. Es muy popular, para ustedes, queridos estudiantes, si buscan un podcast o cosas sobre fantasmas, van a encontrar muchas opciones. Alba, ¿había alguna comida que te gustaba mucho y que tu mamá o tu abuelita te preparaban porque sabían que te gustaba mucho?
Alba: Pues me gustaba mucho un plato de pasta que hacía mi madre, macarrones. Me gustaba mucho un plato específico, con una receta específica que hacía ella, y sobre todo lo hacía cuando venía alguna de mis amigas a comer a casa. Siempre preparaba sus macarrones, y recuerdo que una de mis amigas siempre repetía el plato y hacía mucha cantidad por eso, porque nos encantaba a todos.
Joel: muy bien, muy bien. Una de las cosas que me gustaba mucho a mí era la milanesa de pollo empanizada, o un pollo empanizado, y mi madre sabía que me gustaba mucho la milanesa empanizada y a veces la preparaba también. Alba, ¿había alguna cosa de tu infancia que no te gustaba hacer, pero que tenías que hacer?
Alba: Sí, bueno, como he dicho, durante mi infancia, pues se comía como dos personas y en mi casa y en casa de mi abuela a dos turnos. Y entonces, claro, llegó un momento en que el médico me dijo: “Pues tienes que hacer deporte y tienes que moverte, etcétera”. Entonces, mi padre me obligaba a salir a correr, a salir a caminar, y yo era una cosa que odiaba profundamente. Como lo veía como una obligación, para mí era una tortura salir cuando él venía de trabajar, otra vez a salir a correr, a salir a caminar. No, por favor, yo lo que quiero es quedarme aquí y hacer mis puzzles y hacer mis cosas, no quiero estar, leer mis libros. Pero, pues tenía que hacerlo y no me gustaba en absoluto. Pero, fíjate, después de muchos años, pues hago deporte de forma voluntaria.
Joel: Muy bien, muy bien, puzzles son los puzzles, rompecabezas, ¿verdad? Un rompecabezas. Muy bien, muy bien. Alba, pues qué gran gusto hablar contigo sobre tu infancia, que es muy divertido y el tiempo se pasa muy rápido escuchándote.
Alba: Gracias
Joel: Y tengo una última pregunta para ti sobre tu infancia, y es más que nada, ¿hay algo más sobre tu infancia que recuerdas con mucho cariño, que recuerdas con mucho anhelo y que te gustaría compartir con nosotros?
Alba: Pues había una actividad durante mi época en la escuela primaria, en el colegio. Nosotros teníamos una actividad que era el bibliobús, y el bibliobús era un autobús que había sido convertido en biblioteca portátil, y venía todos los jueves al colegio. Y durante una hora de clase, nosotros bajábamos al bibliobús por turnos y cogíamos y alquilábamos y nos dejaban prestado los libros, discos de música que nosotros queríamos. Y me acuerdo perfectamente del olor de ese autobús cuando entrabas con esos libros y tanta información, y yo decía: “Pero, ¿cómo que solo me puedo llevar uno a la semana? Yo quiero llevarme muchos”. Y recuerdo esos momentos con mucho cariño, la verdad, el bibliobús.
Joel: Qué bonito, Alba. Y como dicen ustedes con más frecuencia en España, ¡qué chulo! Que puedes recordar, que podemos recordar. Que también tenemos la expresión “recordar es volver a vivir”. Recordar es volver a vivir, y muchas gracias, Alba, por compartir algunas cosas sobre tu infancia, con el objetivo de dar a nuestros estudiantes la oportunidad de escuchar cómo hablamos en el pasado. Aunque para ustedes, queridos escuchas, esta es una conversación natural. El objetivo es conversar sobre un tema y también van a escuchar otros tiempos, van a escuchar el presente o van a escuchar el subjuntivo, van a escuchar otros tiempos, pero pusimos un enfoque en el pasado y así ustedes pueden aprender en contexto, tener la experiencia de escuchar español en contexto, pero hay diversidad siempre en cómo hablamos. Alba, muchísimas gracias. Fue un gustazo. ¿Qué digo? Gustazo, un enorme gustazo hablar contigo y no puedo esperar para hablar contigo en un futuro no muy lejano y compartir otra conversación con nuestros escuchas, con todos aquellos que nos escuchan para aprender español. Y tanto tú como yo nos sentimos honrados de poder ayudarles a mejorar su español.
Alba: Absolutamente. Yo siempre me sorprendo de… o me sorprendo porque tanta gente nos escucha y que no se aburre de nosotros. Aquí estamos contando mi infancia y hablando del pasado y la gente lo escucha, ¿no? Y no se aburre de nosotros. Increíble, fantástico.
Joel: Sí, sí. Aquí vamos a estar por mucho tiempo para compartir más conversaciones con ustedes, sí. Alba, pues te mando un abrazo muy caluroso hasta España y nos vemos pronto.
Alba: Mejor frío, eh.
Joel: Mejor frío.
Alba: Hace mucho calor por aquí.
Joel: Sí, sí. Es casi siempre que hace mucho calor allá en España. Bueno, al menos en tu región, ¿no? En tu región.
Alba: Exacto.
Joel: Bueno.
Alba: Muchas gracias.
Joel: Alba, muchas gracias. Nos vemos pronto. Que estes bien.
Alba: Gracias, nos vemos pronto, claro que sí. Hasta pronto, chao.